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lunes, 22 de diciembre de 2014

El sexo en el trabajo

Un amigo en un bar.

La voz quebrada, la preocupación grabada en el rostro. la molestia,  importa poco la nube del humo de los cigarrillos que velan las luces del bar. La ocasión  merece beber más de lo que podemos permitirnos por noche. Somos mileuristas. Mi amigo ha entrado en el ya nada selecto club español de las personas que han tenido un lío en su Centro de Trabajo.

Ya sabes, me dice. Cuando quisimos darnos cuenta nos estábamos besando en la fiesta a que fuimos después de la cena de empresa.

Toda una situación en este instante en que suelen relativizarse aspectos de las relaciones de pareja tales como la fidelidad. Un muy breve -por cierto-,  mi amigo está felizmente casado. Puedo dar fe de ello.

Pulso (virtual y real) al sexo

Como leí en cierta ocasión, existen tres clases de mentiras: la mentira, propiamente dicha, la maldita mentira y las estadísticas. Mas a tenor de la situación de mi amigo y navegando por la red (¡Toma tópico!), tropecé con dos estudios estadísticos que trataban el tema, de un modo aparentemente son distinto, pero solo aparentemente.

Una, de la página www.estudiosexual.com, sobre las preferencias y hábitos de los españoles en el “uso sexual” de Internet.  En este primer estudio se habla del índice de pulsión sexual de los españoles (el 84% hombres, el restante 16% claro, mujeres), que respondieron a una encuesta de 125 preguntas, según el cual los hombres, “tienen un índice de pulsión sexual más elevado que las mujeres”, y estas, “‘envuelven’ sus necesidades y prácticas sexuales con alguna justificación emocional, no meramente física”. El estudio además comenta que: “Las mujeres son más infieles que los hombres (50% frente a un 44%)”, un dato que hace añicos el cliché largamente repetido de la masculina infidelidad, teniendo en cuenta que cada cual tiene sus propios códigos, claro. Mientras para alguna persona infidelidad es un simple flirteo, o en este caso al intercambio aséptico (free view-consentido, pay per view- previo pago) que se produce en Internet; otras en tanto, reservan el término solamente para los intercambios “cuerpo a cuerpo”. Eso sí, tanto unos como las otras, consideran como uno de los pilares de la relación, la franca y “sacrosanta” fidelidad. Lo cual me llevó a la siguiente encuesta.

El ya nada selecto club de de las personas que han tenido un lío en su Centro de Trabajo.

Por la encuesta realizada sobre las relaciones sexuales en el entorno laboral a 32.370 usuarios de la página: www.marqueze.net (una de las 20 páginas Web más visitadas de España), sabemos que negocio y placer son términos no excluyentes, laboralmente hablando. Los hombres; más sueltos de brida, reconocen más  a la  ligera haber mantenido alguna aventura o relación sexual con un compañero/a de trabajo (el 52,06% de hombres encuestados, frente al 47,11% de mujeres). En cuanto a fantasear con compañeros y/o jefes, (fantasear: eso que se hace en los ratos libres , de 18:45h a 20: 30h los domingos que se trabaja por la tarde, por ejemplo), el porcentaje se dispara: el 84,82% de los hombres reconoce haber dejado volar su imaginación alguna vez, así como el 75,38% de las mujeres. 
No obstante la mayoría, intenta respetar su espacio laboral, de ahí que se cumpla el viejo precepto “donde esté la olla…”, aunque un 37,05% de los hombres y un 36,77% de mujeres aseguran haber buscado algún allí un “escondite”. El 16,10% asegura, haber pillado “in fraganti” a algún compañero teniendo sexo en el centro de trabajo, y un 23,71% en el caso de los hombres y un 21,76% en el caso de las mujeres, han sido más osados y han utilizando su centro de trabajo como lugar de cita para encuentros sexuales con personas ajenas a la empresa. Ahonda este estudio en otras cuestiones tales como, que no es determinante para el 74% el cargo que ocupe el compañero de trabajo objeto del deseo, aunque un 11,76% prefiere que ostente un rango superior al suyo y un 9,77% se decanta por los compañeros que ocupan un rango equivalente. Para la vida laboral, la opción más peligrosa es la aventura sexual con un compañero de rango superior (según el  32,77% de los encuestados), aunque un porcentaje similar (30,50%) no percibe peligro alguno en ninguna de las modalidades, y solo un 10,06% cree que tener sexo con un compañero de rango inferior le puede acarrear problemas en su trabajo. Y hablando de momentos explosivos, un 49,36% de los encuestados piensa que las fiestas de Navidad y las comidas de empresas son los momentos más idóneos para que surjan relaciones entre compañeros de trabajo. Un 29,38% afirma que la situación más propicia es aquella en la que “queda muy poca gente en el centro de trabajo”, mientras que el 17,61% asegura que cualquier momento es bueno y un 3,65% opina que nunca existe ese momento idóneo.

Amores ( en el trabajo) perros?

En el artículo “Amores en el trabajo”, el psicólogo mexicano Juan Antonio Barrera comenta con respecto a este tema:

“Muchas son las formas en como una pareja se conoce y se une; las diferencias, las semejanzas, la proximidad, el trato continuo, el ser complementario, el trabajar en equipo, el tiempo excesivo que se pasa en una oficina, el tentar a lo prohibido, el hacerse el día más agradable, el completar lo que no se tiene en casa o con la pareja oficial, en fin, la gama es impresionante. Van del mutuo acuerdo, el convencimiento o hasta la presión hostigante del acoso en los casos más extremos y desagradables.”

No obstante, hay que calibrar (como en todo) las consecuencias positivas y negativas de las relaciones de amor en el trabajo.

Hablando en términos positivos, este psicólogo señala que las relaciones entre compañeros de trabajo evitan el absentismo laboral motivando a las personas a no faltar, nos hace más creativos, eficientes y productivos, nos mejora el humor y hace más llevadera la carga en trabajos rutinarios o sujetos a mucho stress. En el caso de los responsables, sus resultados son aun mejores. Los jefes que tienen relaciones de amor en el trabajo, contagian a sus subordinados de optimismo y ganas de vivir, viéndose en general de buen humor y poniendo su granito de arena a fin de lograr los objetivos de la empresa. Además fomentan un clima en la organización más positivo y suelen estar más satisfechos con su trabajo.

Pero donde hay sol, hay sombras, y también hay aspectos negativos que no debemos obviar. 

“Si la situación que viven los miembros implicados es de conflicto, entonces la dinámica de la propia pareja, es capaz de influir de forma negativa no solo entre ellos mismos, sino entre los compañeros de trabajo, pudiendo llegar al terreno de la vida familiar de ambos, todo ello también en detrimento de la empresa.”

Si de la relación sexo-laboral, se recibe un beneficio abierto hacia alguna de las personas implicadas, “no tardarán en salir las murmuraciones, los rumores, los celos, la envidia, pudiendo llegar hasta el cambio de plaza o el cese del contrato por presiones externas o internas de los implicados o terceros.” 

“Todo ello sin contar las diversas situaciones de acoso sexual u hostigamiento cuando alguien no quiere seguir una relación o desea abandonarla y por supuesto la otra persona se niega a dejarla en paz, dentro o fuera de la oficina.”


Curándose en salud, algunas empresas regulan incluso por contrato, la sexualidad en el trabajo. Y a pesar de ello, las relaciones entre compañeros seguirán existiendo, consecuencias incluidas, para lo cual, Juan Antonio Barrera propone una batería de sugerencias a tener en cuenta.

A saber: 

- Deben medirse bien  las consecuencias (positivas o negativas) de entablar una relación de este tipo.
- En caso de una relación complementaria (romance extramatrimonial) o una aventura, hay evaluar las consecuencias laborales o familiares que tendría el ser descubiertos.
- Se debe analizar su relación estable para decidir la continuidad de la misma, y en su caso planear futuros objetivos de pareja de forma conjunta.
- En caso de asumir el riego, actuar de forma discreta a fin de evitar chismes o murmuraciones que desgasten la imagen de ambos.
- Tomar todas las precauciones posibles con el fin de evitar ser descubiertos, aunque en algunos casos el riesgo es un ingrediente adicional que aporta excitación en relaciones de este tipo.

Conclusión, por necesidad necesaria

Mi amigo; ya lo dije, sigue siendo un hombre felizmente casado, y tras de un mes de agobios,  ha dejado de verse como un caso único. Ha comenzado a apreciarse como parte de una sociedad en continuo cambio, inmerso en las combinaciones y transformaciones de los miles de millones de formas de relación que cohabitan en este principio de siglo y milenio, en que todo se está cuestionando y poniendo patas arriba o patas abajo, según el punto de vista del observador.

Fuente: http://www.saludmental.info/Secciones/sexo/2006/relaciones_sexuales_trabajo06.htm

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