Chakra quiere decir rueda en sánscrito. En la ciencia yóguica, se definen como centros giratorios de energía que reciben, regulan y distribuyen el prana, o la energía vital que fluye por nuestros cuerpos sutiles a través de nuestros canales energéticos (nadis, o lo que en la medicina china se conoce como meridianos, en cuyo caso el prana se conoce como chi). Los chakras principales son siete, y están ubicados justo delante de la columna vertebral de manera ascendente.
Esta energía es la misma que nos da vitalidad, y que se transforma en diferentes tipos de vibraciones que están conectadas con diferentes formas de la energía universal: la supervivencia, la sensualidad, el poder personal, el amor, la expresividad, la intuición y la espiritualidad.
Los chakras son una especie de mapa de nuestro ser corporal y metafísico, de nuestro mundo interior y de nuestra relación con el mundo.
Una manifestación saludable de cada una de estas energías (que tienen un color específico, que corresponden a los brillos que se perciben cuando se habla del aura, y que se representan como flores de loto de diferente número de pétalos) se refleja en salud, bienestar, relaciones satisfactorias, voluntad y decisión, creatividad, capacidad de disfrute y conexión con el universo, entre otros aspectos. En general, significa tener un equilibrio entre las diferentes dimensiones de la vida que de una forma u otra están operando de forma positiva o negativa y que forman parte de nosotros en nuestros aspectos físicos, mentales, emocionales y trascendentes.
Desarrollar una sensibilidad hacia fuerzas vitales nos ayuda a comprender disfunciones motivados por excesos o insuficiencias, que se manifiestas en nuestras vidas como situaciones conflictivas, carencias por la dificultades para conectarse con esa energía en el mundo, infelicidad, temor, rabia o enfermedad.
Lo más bello de comprender e identificar cada chakra y su resonancia en nuestro cuerpo y en nuestra experiencia vital es que, al potenciar o moderar dicho chakra determinado, podemos transformar nuestras vidas y curiosamente, las circunstancias externas se modificarán a continuación.
Por tanto, el conocimiento sobre los chakras es una poderosa herramienta de autoobservación y equilibrio: los dos objetivos fundamentales del yoga.
Al igual que la premisa sobre la que se basa el yoga y sus diferentes prácticas, cuando trabajamos sobre los chakras y los equilibramos no estamos buscando “llegar” a un estado superior o diferente. Significa regresar a ese equilibrio que es natural en nosotros y que se altera con condicionamientos sociales, familiares o culturales, creencias, patrones mentales recurrentes, circunstancias extremas o formas de vida que nos hacen estar alejados de nuestro verdadero espíritu.
Nuestra vida es un reflejo de nuestros chakras
Algunos chakras tienen características femeninas de quietud, aceptación, receptividad y sabiduría, mientras que otros representan aspectos masculinos de actividad, poder, solidez y afirmación. Algunos se relacionan con nuestra naturaleza más básica y otros con fuerzas más elevadas: todos son pulsiones que forman parte de nosotros, y son necesarios en una proporción adecuada para la salud del cuerpo y del alma. Esta danza entre la expansión y la fuerza que realizamos a través de prácticas tradicionales como el hatha yoga (que equilibra la luna y el sol), es una forma de traer balance a las diferentes vibraciones que nos constantemente entregamos y recibimos del universo a través del prana: la energía primordial.
Comprender cómo cada uno de estos chakras representa un aspecto de la energía universal que está presente en cada uno de nosotros y cómo manejamos estos aspectos con respecto a nosotros mismos el mundo, nos puede ayudar a estar más conectados con nuestro mundo interior, de donde creamos nuestra vida. Somos formados para creer que la vida son sencillamente cosas que nos suceden. Pero la anatomía del yoga, coincidiendo con otras creencias metafísicas, nos indica que el mundo, los sucesos y como experimentamos la vida, es algo que creamos, atraemos y ante lo cual nos sensibilizamos; tengamos conciencia de ello o no.
El gran secreto es que tenemos la capacidad de crear salud, alegría, prosperidad, goce, relaciones satisfactorias y de estar sintonizados con una conciencia superior. Es nuestro derecho de nacimiento. El tener conciencia de nosotros mismos y de las diferentes formas energéticas de nuestro mundo interno nos da el gran regalo de actuar en lugar de reaccionar a las fuerzas exteriores, energías y pulsiones, que es como la mayoría de nosotros vive. O tampoco estar gobernados exclusivamente por unas de ellas, lo cual muchas veces genera una reacción opuesta igualmente desequilibrada, ni suprimiendo otras.
Esto quiere decir, observar cómo está funcionando la relación con nosotros mismos, lo que la vida nos está dando y cómo interactuamos con los demás y con base en esto, activar cada uno se nuestros chakras y ponerlos a funcionar adecuadamente. Es tomar responsabilidad y hacer buen uso de esta libertad sobre nuestros impulsos vitales y de las posibilidades maravillosas que esto nos da ante nuestra vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario