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lunes, 2 de noviembre de 2015

Sexo tántrico y sexo convencional

El sexo tántrico es por naturaleza totalmente distinto al sexo convencional, que es como llamaremos a la manera habitual de hacer el amor. El Tantra y todas las demás enfoques sobre la sexualidad sagrada afirman que es posible unirse a la vez a lo humano y a lo divino, por medio del amor y la sexualidad conscientes.

No es necesario que comprendas todos los detalles de la filosofía que sustenta las prácticas tántricas para disfrutar de sus beneficios a nivel de crecimiento personal, salud, plenitud interior y conexión con tu pareja.

Sin embargo, por tratarse de una filosofía y práctica sobre la vida y la sexualidad, es necesario que al menos tengas una inclinación hacia la espiritualidad y aprecies la integración entre el cuerpo y el alma.

Para seguir entendiendo de qué trata la sexualidad sagrada y el Tantra, te presentamos varios aspectos clave que lo diferencian del sexo convencional.

La diferencia la hace en gran parte la actitud y la intención:

Estado meditativo vs. descarga de tensión física

La relación sexual tántrica es como una danza cósmica entre dos, donde la energía sexual fluye por todo el cuerpo y es canalizada desde los genitales hacia arriba del cuerpo, de manera serena y poderosa. La mente y el corazón están presentes, y todo ello permite que la consciencia se expanda y experimente estados similares a los que suceden durante la meditación. Durante el sexo convencional la energía sexual en cierta forma se apodera de nosotros, para seguir su propio destino, que es lograr una fuerte descarga a través del orgasmo y la eyaculación. En el sexo tántrico también se producen experiencias orgásmicas, pero el placer es más expansivo y prolongado, y deja a la persona interiormente plena y sintiéndose unida a su pareja y a todo lo que existe.

A esto se le llama placer extático, o simplemente éxtasis. Lo opuesto sucede a veces durante el sexo convencional, cuando tras el orgasmo se experimenta una sensación de vacío, decepción o tristeza.

Despertar todo el cuerpo vs. foco en los genitales

Durante el encuentro sexual tántrico, los amantes aprecian la luz interior que brilla en cada uno y adoran con respeto cada parte del cuerpo.

Se despiertan así con gentileza e intensa sensualidad una a una todas las zonas sensibles del cuerpo, y se van descubriendo nuevas rutas al erotismo, únicas para nuestro amante. Todo el cuerpo vibra entonces de placer, éxtasis y gozo ante las sutiles caricias. Cuando la vagina y el pene se unen, se crea un gran campo electromagnético entre ambos, que va llevando a la pareja hacia mayores niveles de placer y éxtasis. En el sexo convencional se suele acariciar algunas zonas erógenas muy específicas, como los senos y boca, para luego buscar rápidamente los órganos genitales. Se habla de juego previo, para referirnos a caricias, a estos toques de “botones” específicos para aumentar la excitación sexual. Muchas veces, este juego previo es corto o ni siquiera existe, y se pasa directamente a tocar los genitales, lo que no es la mejor estrategia para lograr que la pareja desee con vehemencia la penetración.

Espontaneidad vs. metas y expectativas

El encuentro sexual tántrico es libre y espontáneo, es un juego donde la alegría y el placer brotan constantemente. Los amantes están completamente ubicados en el momento presente, donde todo va transcurriendo sin preconceptos ni esquemas. La pareja está libre y dispuesta a experimentar mientras que el juego amoroso va diseñándose a la medida del instante. En el sexo convencional puede haber tensión, ansiedad por el desempeño, y nos esforzamos por lograr una relación sexual que sea placentera o, al menos, satisfactoria. Con este pensamiento en la mente – la meta del orgasmo – nos ubicamos en el futuro, y perdemos la riqueza del momento, nos desconectamos de lo que estamos sintiendo, y nos cuesta lograr conexión e intimidad con nuestra pareja.

Relajación e intimidad vs. tensión y ensimismamiento

Cuando la danza entre los amantes fluye, ambos se sienten relajados, comprendidos y libres para expresar su amor y su sexualidad de maneras diversas y creativas: palabras, gestos, besos, susurros, gemidos y caricias, cualquier expresión vale. No hay censuras externas ni autoimpuestas. Todo esto crea un clima de intimidad y gran confianza entre la pareja. Pueden entregarse y dejarse llevar por la pasión, pueden también verse a los ojos porque han desnudado sus almas así como sus cuerpos. Conservan su individualidad, aunque saben que son dos seres distintos con su propia individualidad, pero interdependientes. Durante el sexo convencional, por lo general es necesario enfocarse en uno mismo, para tratar de aumentar el placer y lograr el orgasmo. Mientras más intentamos lograr placer, más tensión hacemos y menos placer sentimos. El cuerpo se contrae y cuando logramos el orgasmo, sólo está generalizado en los genitales, ya que la energía sexual – contraída por la tensión – no logró fluir y expandirse por todo el cuerpo y el campo energético de la persona. Otras veces, en nuestro intento de controlar el encuentro sexual según nuestros deseos, el placer que estamos sintiendo se nos escapa como agua de las manos, o la danza con nuestra pareja se traba y perdemos sintonía con ella. Cada quien está a solas, procurando alcanzar su propio placer.

Responsabilidad individual vs. depender del placer que el otro me da

Tal vez uno de los aportes más importantes de la sexualidad sagrada, es que aprendemos a hacernos responsables de nuestro propio placer. El origen del éxtasis está en nosotros: somos los creadores de nuestra vida, a partir de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Por eso, nos preparamos interior y exteriormente para ser el mejor amante que podemos ser, con nuestro sello único e irrepetible. Nos preparamos para compartir estos dones – nuestras habilidades en el arte de amar – con nuestra pareja. En el sexo convencional, esperamos que la otra persona nos satisfaga, nos dé el mejor orgasmo, nos haga sentir placer. Dependemos de esta persona para sentirnos deseados y amados. Cuando nuestro amante no desea tener sexo con nosotros, nos sentimos rechazados y no queridos. Si estamos experimentando dificultades sexuales nos podemos culpar el uno al otro, y eso nos distancia aún más.

El sexo tántrico es un camino, una opción para vivir más plenamente, donde cuerpo, mente y espíritu se integran para hacer de la sexualidad una experiencia de unión mucho más cercana al amor y al éxtasis. Esa felicidad que nos hace sonreír desde el interior.

Fuente: http://sexo.about.com/od/Categoria-Tantra/a/Sexo-Tantrico-Y-Sexo-Convencional.htm

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